El Ferrocarril Vasco-Navarro: el tren que unió territorios y dejó huella en Montaña Alavesa - arabaturismo
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Hubo un tiempo en que un tren entre montañas, que cruzaba túneles y viaductos, conectaba a pueblos que hoy parecen remotos. Ese tren fue el Ferrocarril Vasco-Navarro, una de las infraestructuras más emblemáticas de comienzos del siglo XX en Euskadi y Navarra. Aunque hace ya décadas que dejó de funcionar, su legado sigue muy vivo, especialmente en Montaña Alavesa, donde parte de su trazado se ha convertido en una ruta perfecta para explorar a pie o en bici.
Un proyecto de unión
Inaugurado en 1897, el Ferrocarril Vasco-Navarro fue concebido como una línea estratégica que uniera Estella-Lizarra con Bergara, atravesando localidades como Vitoria-Gasteiz, Antoñana, Maeztu o Atauri. Durante más de medio siglo, fue el eje vertebrador de muchas comarcas rurales, permitiendo el transporte de personas, mercancías y, sobre todo, materiales esenciales como el asfalto natural extraído en minas de la zona.
Fue un ferrocarril de vía estrecha que supo adaptarse a una orografía compleja, y cuya historia está repleta de hitos arquitectónicos, como el túnel de Leorza-Cicujano, o el viaducto de Atauri, una impresionante estructura que todavía, a día de hoy, sorprende a quienes recorren la actual Vía Verde.
El motor de los paisajes mineros
Uno de los factores clave que explica la importancia del Ferrocarril Vasco-Navarro en Montaña Alavesa es su vínculo con la actividad minera. Durante décadas, el tren fue la principal vía de transporte del asfalto natural, un recurso raro y muy valorado, que se extraía en lugares como Mina Lucía, en Atauri.
Gracias a esta conexión, los pueblos de Montaña Alavesa no solo tuvieron acceso a mercados más amplios, sino que también vieron florecer una economía ligada al trabajo minero, los talleres, las estaciones y los pequeños comercios que se agrupaban alrededor del paso del tren.
De línea ferroviaria a Vía Verde
Tras su cierre definitivo en 1967, el Ferrocarril Vasco-Navarro fue cayendo poco a poco en el olvido. Sin embargo, desde hace unos años, parte de su recorrido se ha recuperado como una de las Vías Verdes más atractivas del norte peninsular. El antiguo trazado del tren es hoy un recorrido accesible y bien señalizado que atraviesa bosques, túneles, áreas de descanso y pueblos con mucho que contar.
En Montaña Alavesa, la Vía Verde del Vasco-Navarro es mucho más que una ruta: es una experiencia. Caminar o pedalear por ella permite descubrir el paisaje que acompañó al tren durante décadas, con sus estaciones reconvertidas, sus túneles restaurados y sus miradores naturales.

Patrimonio vivo
Además de ser un corredor natural y cultural, la herencia del Vasco-Navarro se materializa en espacios como el Centro de Interpretación de la Vía Verde del Ferrocarril Vasco-Navarro, ubicado en Antoñana. Allí, los visitantes pueden conocer de cerca la historia del tren, sus protagonistas y su impacto en la vida rural.
Otros elementos patrimoniales como el túnel de Atauri, el viaducto de Arquijas o los pueblos que surgieron y crecieron a la vera del tren también forman parte de este legado que, aunque ya no circula sobre raíles, sigue siendo una vía de conexión con la historia y la identidad de esta comarca.
Un viaje que continúa
Hoy, recorrer el antiguo trazado del Ferrocarril Vasco-Navarro es un viaje al pasado, una forma de revivir la memoria de los que viajaron en sus vagones y trabajaron en sus estaciones. Es también una oportunidad para descubrir el territorio, respirar aire puro y conectar con un entorno natural.
Porque aunque el tren ya no suene en la distancia, su eco todavía resuena entre los árboles, los túneles y los recuerdos de los Paisajes Mineros de Montaña Alavesa.
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