Respiros para amantes de la gastronomia - arabaturismo
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RESPIROS PARA AMANTES DE LA GASTRONOMÍA
El paladar es ese espacio en el que confluye lo sensorial, lo autóctono, lo emotivo y lo lúdico; en el paladar converge a menudo la idiosincrasia de un pueblo. Porque degustar equivale a respirar por el paladar, a modo de un tercer pulmón inserto más allá todavía del sexto sentido.
ENTRE UVAS POR RIOJA ALAVESA
Por encima del disfrute palatal de un buen vino, incluso por encima todavía de la reputación de Rioja Alavesa, está lo intangible, eso que ni siquiera se deja aspirar si no es a través de la imaginación. Mencionar Rioja Alavesa implica un estallido de esencias, una mistura emocional que trasciende más allá del propio vino que estructura la comarca y la denominación de origen.
Una ruta que abre Labastida y que continúan Elciego, Navaridas, Moreda, Labraza, ElVillar, Cripán, Lanciego, Baños de Ebro, Leza, Puebla de Labarca, Oyón, Villabuena, Yécora, Samaniego, bajo la capitanía de Laguardia, ofrece un sinnúmero de estímulos de toda condición que sobrepasan la unidad monetaria del vino como articulador.
Un oleaje de viñas rectilíneas, ondulantes como un mar interior de clorofila domesticada para saber a luz, deleita la mirada del visitante. Salpicaduras de bodegas a cada cual más estética, más integrada en el paisaje añaden notas de vanguardia a un territorio que ha sabido evolucionar acorde al progreso.
Y por si lo propiamente intrínseco al vino no resultara suficiente, la comarca cuenta con cascos históricos monumentales que aportan una dote visual difícilmente olvidable porque la Rioja Alavesa es más, mucho más que vino.
QUESERÍAS DE ÁLAVA
Cuando la artesanía deja de serlo para convertirse en negocio, a menudo se pierden los aspectos emocionales que la originaron. No ha sucedido lo mismo con el queso Idiazabal, el más característico de Álava.
En la actualidad, más de una veintena de explotaciones, muchas familiares todavía, no solo producen este queso excepcional que requiere de una curación mínima de dos meses, sino que se han agrupado en una mancomunidad entre organizada y natural, que permite al visitante realizar una ruta quesera diseñada por él mismo.
Todavía es posible sumergirse en la historia de cuando los procesos eran otros a través de las explicaciones sobre la elaboración del queso y llegar a un nirvana sensorial tras la necesaria degustación.
RUTA DEL TXAKOLI
De nuevo el vino articulando el territorio. El txakoli es el otro vino singular de Álava que se elabora en municipios como Artziniega, Ayala, Llodio, Okondo y Amurrio.
Es el txakoli un vino blanco, joven, producido inmemorialmente en la zona y del que se tienen las primeras referencias históricas en el siglo IX. La excelencia de maridaje con el queso Idiazabal lo hace candidato a insustituible.
Asomarse a sus procesos de elaboración, imbuirse de la vida, presente y pasada, en los caseríos, pasear entre las viñas no solo es factible a través de varias rutas establecidas, sino aconsejable para trasladarse a un concepto de paz ambiental a muy pocos kilómetros de urbes como Vitoria-Gasteiz o Bilbao.
PRODUCTOS ALAVESES Y MERCADO DE ABASTOS
Lejos del antiguo significado etimológico del concepto mercado de abastos, el de Vitoria-Gasteiz ha evolucionado hacia un teatro de los sentidos en el que cada día se representan numerosas funciones que tienen como protagonistas los productos que crecen en las tierras de Álava.
El parque de atracciones gastronómico del mercado de abastos ofrece múltiples opciones que, además de culminar el sentido del gusto, cultivan el de la vista, alimentan el del olfato y aún hay espacio para el del tacto y el del oído.
Al margen de los clásicos alaveses, el vino y la patata, la gama de productos que se exhiben casi museísticamente en los puestos recoge aceites de Rioja Alavesa, legumbres, quesos de pastor e Idiazábal, huevos ecológicos, sin olvidar las cervezas artesanales y la extensa variedad de embutidos originarios de un sinnúmero de municipios alaveses ligados todavía a una elaboración tradicional.
El mercado de abastos de Vitoria-Gasteiz ha superado de largo esta catalogación y ha devenido a museo.
HOSTELERÍA Y RESTAURACIÓN EN ÁLAVA
Si existe una autonomía en España asociada a la buena mesa, esa es Euskadi. Álava es una de las tres patas que sustentan esa reputación y como tal se proyecta al mundo más allá de convocatorias tradicionales como la Semana del pintxo.
Aun careciendo de mar, en Álava se pueden encontrar pescados y mariscos de igual calidad que los de las dos provincias costeras de Euskadi. Además, la diversidad de sus ecosistemas, esa confluencia entre lo meseteño y lo cantábrico y esa gradación altitudinal procura un mosaico de productos autóctonos que surten las mesas de los restaurantes con una singularidad y una excelencia incomparable.
Precisamente por esa alternancia entre el mar y la montaña, por esa diáspora de sabores y platos, por esa provocación sensorial que ofrece una variedad en la que nunca falta una botella de Txakoli, de Rioja o una porción de Idiazabal, la restauración de Álava se revela imbatible en prestaciones y sensaciones.